La primera vez que lo leí fue en La Carne, la novela sobre vejez, cuerpo y sexo de Rosa Montero: “Cada doce meses del calendario que pasaban, para ella period como si se multiplicaran por siete, así de definitivos y de vertiginoeres eran los cambios y las pérdidas”. Me impactó, lo subrayé, pero no lo experimenté. Este año he vuelto a leerlo. Esta vez a…
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